martes, 27 de mayo de 2008

¡AY DE LOS VENCIDOS!

Huérfanos Salvajes nos ha hecho llegar este comunicado o panfleto sobre las conmemoraciones de Mayo del 68.
Cortamos y pegamos:

¡Ay de los vencidos!
Unos garabatos sobre la derrota de la conmemoración y la conmemoración de la derrota respecto a los sucesos de Mayo del 68.

“La única diferenciación entre la pintura de los simios y toda mi obra cinematográfica hasta hoy es su eventual significado amenazante para la cultura que nos contiene, es decir, su apuesta por ciertas formulaciones del futuro”.
Debord.

No merece mucho la pena detenerse en esto. El 68 tiene el valor de un proceso revolucionario en un país industrial avanzado en la Belle Époque del welfare. Desentrañar su verdad histórica (la huelga salvaje generalizada, la ocupación de fábricas, la vacuidad del poder y la vacuidad de la revuelta, la civilización en peligro, el “estar a una hora de la insurrección generalizada”) y hacerla pública para alumbrar algún momento de peligro tiene un cierto interés. Lo demás no. No sólo de pan y supervivencia (zoe) vive el hombre. La buena vida (bios) o su ausencia es potencialmente explosiva. Por si necesitabais pruebas. Nosotros no. Los términos están en griego por si algún despistado piensa que se los inventó Vaneigem o algún que otro patricio de la aristocracia vividora situacionista. Pero ya no hay welfare, ni fábricas, ni civilización, que se hunde alrededor nuestro. Llegáis tarde.

Ciclos de cine en el Reina Sofía, conferencias, publicaciones de libros, suplementos semanales, la cara nostálgica de una amarguísima victoria del situacionismo Al final nos quedó el situacionismo, la doctrina, la materia de especialización profesional para un tipo de “liberados revolucionarios” especialmente injustificables. Servís para algo pero no para tanto. Otros lo han hecho mejor que vosotros sin carnet de oficio.

La tercera generación del espectáculo, la remesa de la LOGSE, los que dormimos lejos del centro, la gente que nos educamos viendo la tele y jugando videojuegos. Croan las ranas en la ciénaga de la descomposición absoluta. Príncipes y princesas a falta de un beso de la historia. Volverá. En el seno del desarraigo y la desubicación generalizada están naciendo etnias de geometría no euclidiana que os van a quemar el coche.

Sí. Para muchos, todo esto es más que previsible. Un arrebato de pureza de principiantes que no comprenden los “matices y requerimientos de la intervención política realmente existente”, que es siempre mediación, contaminación, descenso. Un intento prositu provinciano de rebanar algunas migajas de atención en la desnutrición del antagonismo de corte contracultural. ¿Quién quiere atención alguna? Somos tan pobres. Es asco. Y 9 minutos de aburrimiento un lunes desgraciado sin follar. Estúpidos todos. Comeremos flores en la crisis de desabastecimiento con el barril de petróleo a 500 dólares. Estamos preparándonos. Vuestra Troya llorada tiene un Eneas vivo. No está en el recuerdo. Lo encontraremos, nosotros y miles más.

Amateurs Pretenciosos.
Huérfanos Salvajes.

sábado, 17 de mayo de 2008

¿QUÉ COÑO TE PASA CON MIS VACAS?

Todo lo que aparecerá a continuación, extraido del fanzine que circula por ahí de la antiorganización eróticofestiva de gamberrismo ilustrado y descolonización de la vida cotidiana Huérfanos Salvajes. Un testimonio de la guerra social desde otros frentes, como ellos llaman a este tipo de cosas, algo antiguo quizá pero que en Ñaque consideramos especialmente hermoso:

¿QUÉ COÑO TE PASA CON MIS VACAS?



Esto sucedió meses antes del nacimiento de Huérfanos Salvajes y no se trata por tanto de una acción de Huérfanos Salvajes aunque Huérfanos quizá naciera de su impulso.

La noche del 3 al 4 de Octubre del año 2004 Móstoles fue bendecida por una plaga enorme y sin precedentes: la misteriosa frase “¿Qué coño te pasa con mis vacas?” apareció masivamente escrita, de muy diversas formas, por todos los ángulos de la ciudad, desde rincones y pliegues hasta espacios de gran tránsito público:
Una pintada descomunal en la plaza de toros situada en la entrada de la ciudad, una vaca de cartón tamaño real que pastó durante dos días en un césped frente a la Biblioteca Municipal, una estatuilla de vaquita sagrada rodeada de velas que amaneció en la puerta del Ayuntamiento, 12000 pegatinas, más de 1200 carteles de múltiples modelos (que fueron posterior objeto de coleccionismo de adolescentes de la ciudad), manchas de vaca en los pasos de cebra, globos con forma de ubre, dos docenas de pancartas situadas en los puentes de salida de la ciudad y otros puntos neurálgicos, diversas plantillas que facilitaron cientos de graffitis…
41 personas divididas en 8 grupos que se repartieron la ciudad como un botín estuvieron detrás de esto, 41 personas sin ningún vínculo orgánico ni ideológico más que el compartir una existencia plana y previsible y tener ganas de volcarla, al menos, por un sábado. Una noche como una cacería instaurada, con 8 hordas callejeando simultáneamente la ciudad dejándose llevar por las disposiciones del terreno, contaminando el espacio de la mercancía con su delirio, buscando algo que nadie sabia bien que era. Una noche para acostarse sobrecogidos. Como se ha dicho de forma insuperable, una “noche-relámpago capaz de iluminar toda una vida".




12.000 pegatinas en las papeleras, farolas, portales y demás objetos dejados al alcance de la mano.

1200 carteles. Durante casi un mes, los adolescentes de la ciudad se dedicaron a una colección colectiva no mercantil y no espectacular: sus distintos modelos.

Vaca pastando en el pequeño prado de la fuente frente a la biblioteca, prado que evidentemente necesitaba una vaca pastando.

Plaza de toros, entrada de la ciudad para todas las líneas de autobus que llevan a la gente a Madrid en ese movimiento pendular de no vida (trabajo-cama) por el que esta ciudad existe. Bienvenido a Móstoles.

Si Marte tuvo su esfinge misteriosa, el planeta Jupiter, por lo menos en su versión reproducida a escala en el parque de los planetas en el barrio de Estoril II, tiene también su inquietante inscripción.

"Ni un minuto más con esas paredes blancas" (Gado con Punto de Fuga)

Los pasos de cebra querían ser piel.

¿Es un globo? ¿Es una ubre? ¿Es una misteriosa campaña de denuncia de la granja de leche Combos que ha dejado sueltos cientos de cosas de estas por la ciudad?


La intifada de la vida cotidiana tiene sus yihadistas. El poder aún no los teme mucho pero la física cuántica y la teoría del caos soplan a su favor ( "la evolución se explica por fluctuaciones de energía que en determinados momentos, nunca del todo previsibles, desencadenan reacciones que, a causa de mecanismos no lineales, presionan el sistema más allá de un límite máximo de inestabilidad y lo conducen a un nuevo estado macroscópico" Ilya Prigorgine.) Aun así a esta gente se la suda bastante la teoría del caos y sólo aspiran a una orgía de destrucción divertida protagonizada por el proletariado salvaje.

La productividad del lenguaje es infinita. El poder deja sus palabras por ahí sin vigilar.

Demasiado cristianismo. Vaquita sagrada frente al ayuntamiento intentando apuntar otro reencantameinto del mundo, inmanente, de realidad ampliada, de la vida más acá de la muerte.

jueves, 15 de mayo de 2008

EL TEXTO REVOLUCIONARIO (LÍMITES Y POSIBILIDADES)

El texto revolucionario (límites y posibilidades)

Justificaciones del texto revolucionario. La pericia musical como baile con la totalidad. Las cadenas del estilo. Hiperinflación textual y atrofia teórica. Causas materiales y psicológicas de la hiperinflación textual. La ideología como enfermedad degenerativa. Unos preceptos para un método anticoagulante. El problema de la teoría como especialización.

Cuatro son las justificaciones del texto revolucionario: reproducción de lo acertado, crítica a lo incorrecto, aportación de novedades teóricas y activación de la emotividad. Las tres primeras están ligadas a la razón- instrumental, exigen precisión y son puestas a prueba por el desarrollo estratégico de los conflictos. La cuarta está ligada al pensamiento poético, emplea el Mito como método y actúa desde y sobre los resortes profundos de la voluntad y la subjetividad. La dimensión racional-estratégica resulta fundamental pues en ella se juega “el dominio de la vida o de la muerte” y como decía Sun Tzu “no reflexionar seriamente sobre todo lo que le concierne es dar prueba de una culpable indiferencia en lo que respecta a la conservación o pérdida de lo que nos es mas querido” La dimensión mítica-deseante resulta también esencial, pues a través de ella el conflicto se incorpora como realidad vivida y la propia vida, recorriendo el entramado de los conflictos, construye su sentido. Un ejercicio completo y no contradictorio de estas dos dimensiones constituye una premisa para que cualquier grupo que se pretenda revolucionario intervenga sobre la realidad con unas mínimas garantías de posibilidad.

Sin embargo, tanto a nivel teórico como práctico, creemos que la síntesis entre racionalidad/emotividad o si se prefiere entre política/poesía de la mayoría de los grupos revolucionarios actuales es todavía inexistente, incompleta o malformada.
Inexistente porque muchos grupos que aspiran a transformar lo que hay ignoran -intencional o involuntariamente- alguna de estas dos dimensiones. Esta ignorancia desemboca por un lado en el militantismo y el martirio y por el lado contrario en la complacencia idealista y la política espectáculo. Ambas son las dos caras de un mismo sesgo.
Incompleta o malformada porque aun teniendo en cuenta tanto la razón estratégica como el pensamiento poético su articulación resulta desequilibrada o confusa: mientras que un uso acertado de ambas construye teoría crítica, mitos emancipadores y prácticas consecuentes, el uso equívoco de estas genera propaganda militante (cuando se apela a la subjetividad desde una fraseología racionalista) y mitos oscurantistas (cuando se pretende intervenir en el juego estratégico con unas concepciones distorsionadas de lo real) con sus prácticas consecuentes[1].
Sin pretender disociarnos en una esquizofrenia de la liberación que no haría si no fortalecer nuestra alienación, creemos que es necesaria no tanto una separación de ambos ámbitos en unas fronteras estáticas si no la puesta en práctica de los mismos con una cierta pericia musical, es decir, poniendo los acentos en cada una de las partes sin perder el ritmo de los acontecimientos. Esto no es algo que pueda hacerse de forma voluntarista. De nuevo, las palabras no son las cosas. Un constante afinar, un aprendizaje vitalicio: sólo eso puede ser la subversión.

Entender la vida y sus luchas como un ejercicio de pericia musical implica, en el caso de la guerra contra lo existente, saber distinguir la dimensión estratégico-racional y la dimensión poético-volitiva cuando haya que distinguirlas y saber combinarlas cuando haya que combinarlas. Bajo este criterio, creemos necesario que los análisis y los envites teóricos sean precisos, nítidos y ordenados, pues su exactitud facilitará tanto su trasvasé a la acción real como su deconstrucción crítica. De ello podemos extraer una serie de pautas recomendables para que el estilo del texto revolucionario teórico no suponga un corsé a sus contenidos y a su realización:

El texto revolucionario teórico no es un ejercicio literario. Las demostraciones de talento retórico y erudición (abundancia de citas y paráfrasis) enturbian un modo de escribir en el que la accesibilidad y la transparencia es un requisito imprescindible para su superación práctica.
La búsqueda de imitación de pautas formales que sirven como modelos textuales, tanto de la tradición académica como de la tradición subversiva, suele desfigurar la potencialidad esclarecedora del análisis. ¿Cuantas intentonas de escribir una Sociedad del espectáculo propia o un Ai ferri corti particular no circulan por los ambientes antagonistas, estando sus posibles contribuciones teóricas estropeadas por una ambición formalista ridícula? Algo parecido podría denunciarse en los textos que reproducen el esquema de trabajo universitario. ¿De qué nos sirve una amplia bibliografía? Las referencias deberían ser más concretas para ser manejables (páginas e incluso párrafos específicos). ¿Y ese respeto sagrado a la autoría que se refleja en el empleo ortodoxo de la cita, tan propio del fetichismo intelectual que aspiramos a abolir? La idea de plagio es un sinsentido para los revolucionarios. Debemos permitirnos coger lo que queramos sin cumplir ninguno de los protocolos del ordenamiento cultural capitalista. Hacerlo es siempre un ensayo parcial del comunismo del genio. Y al igual que la firma, la única función salvable de la cita es una función técnica: la remisión a un conjunto de información desconocida que puede de ese modo ser conocida y entrar a operar en las dinámicas comunicativas de los grupos.

En relación con la abundancia de citas nos encontramos con un problema de contenidos que a su vez está vinculado a un problema general de la teoría revolucionaria: la repetición innecesaria de lo ya dicho (problema de contenidos) causante de una hiperinflación textual que trae consigo la disolución y la atrofia teórica (problema general de la teoría revolucionaria). La mayoría textos revolucionarios no son si no malas transcripciones de textos revolucionarios que en si mismos siguen siendo valiosos. El efecto de este crecimiento cuantitativo es la descompresión de su potencial cualitativo. Tan cierto como que la descentralización de la teoría crítica ha sido un avance histórico de enorme valor es que la lucidez se fatiga en el exceso superfluo. La teoría revolucionaria, para recupera su vigor, necesita una enorme operación de higiene y condensación: autocontrolar los afanes personales de escritura, retomar las fuentes, promover una lectura intensiva y no extensiva del texto revolucionario, difundir los textos significativos sin que cada grupúsculo sienta la necesidad de hacer un remake localista…

La hiperinflación textual del presente, que puede ser diagnosticada con un vistazo a lo inabarcable de las referencias bibliográficas sobre casi cualquier cosa, puede ser explicada en parte por dos tipos factores: materiales y psicológicos. Materialmente el desarrollo tecnológico del capitalismo ha democratizado la posibilidad de autoría y difusión textual a un nivel sin precedentes. Hoy todo el mundo escribe y pública (hace público) sus escritos en Internet. El resultado de esta desmesurada explosión de voces caóticas es la destrucción de la manejabilidad y autoconciencia de la teoría revolucionaria sobre si misma, la pérdida de un lugar común desde el que poder debatir, un lugar con las dimensiones adecuadas para que el debate tenga un proceso y una realización práctica. Esta escisión entre producción textual y trasvase práctico ha generado las condiciones para la eclosión de una subversión virtual, reducida a lo textual, hipostasiada y autosuficiente, con un desarrollo independiente del entramado de conflictos, que no sería otra cosa que la realización efectiva de la banal e inofensiva utopía simbólica de la hermenéutica posmoderna.
Psicológicamente no puede olvidarse que los grupos revolucionarios, a pesar de sus intenciones, reproducen parte de las condiciones de sociabilidad de su entorno. Cualquiera que haya formado parte de un grupo revolucionario sabe que en su seno siguen existiendo, aunque de forma oblicua, juegos de poder y prestigio con unos contenidos distintos a los del espectáculo pero una sintaxis parecida. En ellos, el texto, además de su valor propio, es un elemento de reputación tanto de su núcleo teórico interno (a nivel personal) como del propio grupo hacia el exterior[2]. Más profundamente, el acto de escribir un texto revolucionario nunca deja de estar ligado en cierta manera a eso que Ted Kazinsky llamo proceso de poder y Nietzsche voluntad de poder: la necesidad de afirmación del sujeto a través de una acción socialmente significativa. El problema de muchos de los textos que podemos encontrar en el ágora antagonista es que sus motivaciones tiran más hacia el lado del reconocimiento social que de la construcción de una dinámica colectiva. Es obvio que no esto no sucede con todos los textos, incluso podríamos decir que no sucede de forma pura con ningún texto del movimiento antagonista, como también es obvio que casi todos los textos revolucionarios (incluido este) van acompañados de una pequeña parcela de vanidad, algo así como un talento subversivo que demostrar. El que la escritura teórica sea un mecanismo de “estatus y promoción revolucionaria” (entiéndase con todas las reservas del mundo estos términos) o simplemente un mecanismo de continuidad y permanencia (parece que un grupo está definitivamente muerto si al menos no pública cada cierto tiempo alguna revista, fanzine o artículo en un blog, aunque sea redundante) alimenta sin descanso la hiperinflación textual. Para poder conseguir una densificación teórica que nosotros consideramos vital es urgente que la escritura del texto revolucionario intente desprenderse de sus implicaciones personalistas. Aquello que Debord decía de la teoría crítica (que hacerla pública no debía permitir a su autor ningún ascenso social distinto al que obtendría callándola) puede ser en nuestro tiempo aplicada de una forma más general: cualquier aportación a la teoría o a la difusión revolucionaria debe intentar evitar beneficio particular alguno para no convertir el debate común en un escaparate de aptitudes individuales.

Rondando de cerca todo ejercicio de teoría crítica se encuentra el problema de la ideologización. La teoría crítica tiende a degradarse en ideología. Su historia lo confirma (por ejemplo, a pesar de la voluntad de los situacionistas por evitarlo, sería muy ingenuo no reconocer la existencia de un situacionismo que encarna justo aquello que la I.S pretendía evitar: una doctrina de interpretación de los hechos existentes).

El problema de la ideología es muy complejo y no estamos aquí capacitados para responder a todos sus matices. Podemos decir no obstante que su intrincada polisemia puede simplificarse en dos nociones básicas: una noción neutral -la ideología como pensamiento colectivo- y una noción peyorativa -ideología como pensamiento ligado al prejuicio-. En la tradición que viene de Marx estas dos nociones se expresan en tres concepciones diferentes de la ideología: la del marxismo ortodoxo determinista que la entiende como un reflejo superestructural de la infraestructura productiva, la de aquellos que posicionan políticamente las ideologías en la lucha de clases (la ideología burguesa cuya finalidad es el mantenimiento de una falsa conciencia al servicio de sus intereses de clase enfrentada a las expresiones ideológicas proletarias que pueden ser esenciales-conciencia de si para sí- o relacionales –posicionamiento en los conflictos concretos-) y por último la de aquellos que consideran toda ideología como una reificación del pensamiento provocada por la estructura reificante de la sociedad de clases (“La ideología es la base del pensamiento de una sociedad de clases en el curso conflictual de su historia”. La sociedad del espectáculo. Tesis 212) concibiendo a su vez la revolución como la superación histórica de la fase ideológica de la humanidad mediante la realización de la filosofía.

Sin entrar todavía discutir la idea –importante- del espectáculo como materialización de la ideología o cualquiera de las otras reflexiones sobre su naturaleza, nosotros empleamos una noción de ideología que nos es operatoria por sus efectos: la entendemos como una conciencia deformada de la realidad que ejerce una acción deformante tanto en el ámbito estratégico como en el campo de los deseos, degenerando con su desarrollo la acción revolucionaria. Aunque desconocemos las causas de este proceso degenerativo, el considerarla como tal nos permite al menos ser precavidos con nuestras concepciones teóricas. Coherentemente consideramos que un texto revolucionario debe seguir un método que dificulté las inercias ideológicas, método que podría atender, entre otros, a estos principios:

-Señalización de los puntos débiles y las líneas de fractura de la teoría para abrir la confrontación dialéctica (como hemos hecho asumiendo nuestra incapacidad para pensar la ideología).
-Voluntad dialéctica de verdad hasta las últimas consecuencias dentro de un criterio de verdad como posibilidad –esto es, entendiendo la verdad como un acierto del pensamiento estratégico en una realidad de conflicto-.

-Negación de la intencionalidad biobibliográfica, para no jugarnos nada identitario en la necesaria deconstrucción de un texto.

-Conciencia de aportación parcial a un movimiento colectivo en construcción. Todo texto revolucionario es sólo un esbozo para un futuro programa común. Al mismo tiempo, la teoría, para ser crítica, se contiene y cobra su sentido en un proyecto. El estudio es ridículo si no busca su aplicación. Las teorías deben de ser desgastadas, no sólo teóricamente, sino también en la acción (que resulta siempre el juez de lo teórico).

-Conciencia de la teoría crítica como teoría descentralizada que no admite ortodoxia ni academia ni centro posible, sólo una construcción en estructura de red.

-Conciencia de que la teoría no nace pura del trabajo intelectual. Es imposible generar movimiento con la intervención teórica. La teoría crítica viene como respuesta experimental a un conjunto de hechos previos que la buscan. Por eso, los mismos temas e ideas están planteados en el espíritu de la época de muchas formas existiendo a la vez un movimiento real que las ejercita, aunque disperso y rudimentario. Nuestras ideas quizá no estén en todas las cabezas, pero las prácticas que las construyen deben estar atravesando muchos de los cuerpos del presente para poder aspirar a participar en su partida.

- Conciencia de que la teoría, hecha desde el presente para la acción en el presente, no es inmune a las condiciones del presente. El riesgo de error y confusión es alto y la pureza un sinsentido dialéctico. El movimiento tendrá vaivenes, fases errantes y resultados parcialmente inesperados.

Acompaña siempre a la teoría revolucionaria, además del riesgo de degeneración ideológica, el peligro de que se convierta en una actividad especializada que reinstaure una separación jerárquica en el seno del movimiento que aspira a destruir todas las jerarquías, abriendo vía libre con su especialización al proceso de ideologización. Aunque se ha avanzado mucho en las últimas décadas en la descentralización de la teoría crítica, sigue siendo cierto que a) el grueso de las ideas y los conceptos que manejamos han sido generados por núcleos de producción intelectual muy minoritarios con unas condiciones específicas y b) existe un acceso diferencial dentro del movimiento revolucionario a la teoría crítica. Respecto a la primera cuestión ¿son precisas algunas condiciones especificas (ociosidad, alejamiento de la urgencia de la práctica) tal y como apuntan algunos (que han hecho de la teoría su profesión) para poder construir un aparato teórico potente? Aunque la historia demuestre que hasta hace poco ha sido más o menos así, eso no demuestra más que el subdesarrollo histórico que ha padecido la teoría revolucionaria, que ha de ser forzosamente colectiva o no ser(o ser un vulgar jacobinismo político, que es a lo que muchas veces hemos tenido que reducirnos). Por tanto resulta casi evaluador del potencial revolucionario de un trabajo teórico, en tanto que trabajo teórico, su capacidad de contagio, o por lo menos, que su esfuerzo se reparta equilibradamente entre la profundidad de análisis y la accesibilidad. [3]

Respecto al acceso diferencial a la teoría crítica dentro del movimiento revolucionario más de lo mismo: reconocer la existencia de ese acceso diferencial es el primer paso para subsanarlo y la manera de arreglarlo no pasa por un proceso de remoralización, como el promovido panfletariamente desde algunos grupos. Nos encontramos ante un problema que no es : esta sociedad que aspiramos a destruir genera socialmente, y como una de sus salvaguardas, una desigualdad intelectual que es real. Para muchos nuestras palabras no dejarán de ser nunca aburridas e inaccesibles. Si otorgásemos a lo intelectual algún peso más que el que realmente tiene (como de hecho lo hacen todas aquellas corrientes revolucionarias “evangélicas”, que subordinan la significación de un acto político a su conciencia política) la contradicción sería irresoluble (a lo sumo podríamos aspirar a una Iglesia). Por suerte, la teoría sigue perteneciendo a quien es capaz de practicarla, con o sin conciencia, aunque esta fórmula vaneigemniana no ha de servirnos de consuelo y parapeto permanente: el espontaneismo ha demostrado históricamente sus límites. Si “la revolución se halla enteramente supeditada a la necesidad de que por primera vez la teoría como inteligencia de la práctica humana sea reconocida y vivida por las masas” y si “pide a los hombres sin cualificar mucho más de lo que la revolución burguesa exigía a los hombres cualificados” entonces la revolución necesita de una teoría que, además de desenmascarar los procesos del mundo, emplee un aparato simbólico completamente distinto al que tradicionalmente ha empleado. La construcción de este nuevo aparato se encuentra al principio de la inmensidad de nuestras tareas.

[1] Que son nefastas: cárcel, muerte. Creo que este ejercicio cobra todo su sentido al situarlo en un contexto represivo feroz, en el que toda una generación de revolucionarios y toda una propuesta de lucha está siendo destruida por el Estado sin contemplaciones.
[2] Lo mismo puede decirse de ciertas prácticas o actitudes revolucionarias.
[3] Insistimos: es importante mencionar que aquí hablamos únicamente de la teoría revolucionaria y no de su práctica, porque estamos discutiendo las posibilidades y la razón de ser del texto revolucionario. Si alguien tiene la capacidad de robar un banco esta no se invalida porque el conjunto de la sociedad no la comparta; sin embargo la capacidad de escribir sobre rizoma y principio de multiplicidad (por decir algo) es muy poca cosa si no es accesible, como mínimo de los mínimos, a un ámbito comunitario que permita su incorporación como experiencia, pues creo que todos (por suerte) aún tenemos algo mejor que hacer que redactar textos sobre estas cosas.

UNA PINTADA QUE GRITA (CONTRA LA MARTEFORMACIÓN)

¿Dónde está la arena?. Pintada encontrada en la Plaza de Tirso de Molina. Una más de tantas plazas desterradas y convertidas en salinas puestas a secar, parte de un proyecto destinado a "marteformar la Tierra" (frente a todas las espectativas que los imbéciles adoradores de la ciencia ficción guardan, milenios de una religión hi-tech con la que intentan compensar la miserabilidad del día a día, el verdadero proyecto de ingenieria planetaria del Poder no está encaminado a convertir Marte por terraformación en una nueva arca de Noe planetaria, sino a degradar las condiciones de vida en la Tierra hasta un punto tal que en el futuro estará por demostrar si podrá existir vida a nivel microbiano en este planeta). A continuación, un texto de Eugenio Castro que profundiza en la estrategia política desalentadora de estas plazas:




PRINCIPIO DE INSOLACIÓN

(LAS PLAZAS DURAS)





Proliferan las llamadas “plazas duras”. Se las reconoce porque el suelo que las conforma está constituido por losas que, valga la redundancia, enlosan la tierra. Es una superficie cuyo material, supongo que hecho a base de aleaciones indistintamente naturales y artificiales (aunque esto poco importa) endurece hasta la propia vista. En ellas, apenas unos cuadrados o rectángulos se abren aquí y allí (y eso cuando así ocurre) siguiendo el criterio de los diseñadores, urbanistas, etc. En ellos se han plantado árboles que cumplen una función meramente decorativa, siguiendo, de nuevo, el modelo del diseñador. Especies que no alcanzarán ni la altura ni el volumen como para poder cobijar al ciudadano de la inclemencia estacional. Risibles pinceladas verdes para disimular la desolación que produce esa extensión de material armado. A juego con el suelo, el mobiliario que las viste, en concreto los bancos, definen con la crudeza de su incomodidad, el sentido arisco e inhóspito que suelen tener esas plazas.
Sí se presta un poco de atención, se observará que las mismas circundan o avanzan, sobre todo, edificios de instituciones culturales. Y de modo especial, de Museos de arte contemporáneo. (Por puro mimetismo, esta costumbre se ha extendido a otro tipo de edificio cultural, como el teatro, sobre todo cuando se ha destruido uno antiguo y en su lugar se ha levantado uno moderno, cuya construcción no guarda ninguna relación con el entorno arquitectónico, además de destruir la plaza vieja). Lo cierto es que el cemento, el hormigón, el asfalto, el granito o no importa el material análogo con el que se hacen estas plazas, vuelve su superficie hostil a la luz, que al caer sobre ella rebota como si sintiera rechazo de tanta y dura aridez: sepultada la tierra que acogía la luz solar hasta penetrar en ella, estas losas, como sucede con el cristal de espejo de tantos nuevos edificios, rechazan todo lo que viene de fuera, separándolo e impidiendo que entre en el interior. En efecto, estas plazas están diseñadas y pensadas para mantener a la sombra escindida de su luz, para que domine un estado de insolación que crispe la afectividad e impida la pausa, el sosiego, la siesta, la contemplación, el dulce perecear… A sus constructores les gusta jugar, en el colmo de su jactancia, con la idea de que insertan en el seno de la ciudad espacios metafísicos, lo que consiguen como sola apariencia, ya que, es cierto, el aspecto debe ser predominante y debe ser lo más ascético posible, en verdad puritano. Sin embargo, en estas plazas no se concentra sensación alguna de límite (ni origen ni confín), sino vaciamiento físico de la experiencia, indistintamente individual y colectiva. Son plazas sin comunidad real, sin alojamiento, inhóspitas para la afectividad más elemental. ¿Por qué? Porque se conciben como plazas para la cultura tal y como esta se entiende hoy: como espacio sin sombra, sin tierra, desarbolado, construido para deslizarse por él. Esta es una de las posibles explicaciones de que proliferen en ellas, de modo mayoritario, un grupo humano que, como los “skaters”, se tornan representantes simbólicos de la cultura sin tradición a la que pertenecen estas plazas. Puede entenderse esto último que digo si se estima que tales plazas son espacios sin lugar (que nadie confunda mis palabras con la expresión, acaso desgraciadamente desvirtuada para su autor, de no-lugares: yo quiero decir sin localidad), pues son espacios para un público especialista, no para un ciudadano que no espera nada y, por esa razón, mantiene intactas todas sus posibilidades de relación sin condición. Resulta significativo, en este punto, señalar que este espacio que sustituye a la plaza abunde tanto, como ya he sugerido, al lado de los Museos de arte contemporáneo. Aunque debería corregirme y decir que la realidad es que forma parte de ellos, al erigirse en extensión que juega el papel de antesala de los espacios interiores de esos museos, por los que habremos de transitar siguiendo la inercia a la que esas antesalas externas predisponen: el deslizamiento entre ansioso y sedante, un tanto esquizofrénico, propio del espectáculo, del que participan estos museos que son entretenimiento en el estricto sentido anglosajón de la palabra entertainment y sus invariables connotaciones espectaculares. ¿Pues cómo dejar de ser enteramente globales, si se asume con indolencia provinciana la titularidad de un idioma que arrasa, así aplicado, con el lugar propio, convertido en espacio de exhibición? Lo que tenemos, ante tal fenómeno, es la comprobación de cómo la interiorización de lo “cultural” sepulta, por un lado, y encierra, por otro, lo abierto; de cómo el instinto de reunión es usurpado por el principio “capital” de la circulación. No puede dejar de contemplarse, en estos espacios internos y externos que son plataformas pertenecientes al Orden Mundial de la Economía, un testimonio de esa culturización de la exterioridad que conduce, cada día más, a una urbanización de la vida interior: construir, de hecho, y operar simbólicamente, espacios celulares en abierto dentro de la ciudad, como se levantan urbanizaciones en mitad de la naturaleza, para crear espacios-corte en la convivencia no delegada, espacios-corte para la potenciación de una especialización abusiva y generalizada (los mismos “skaters” son expertos, como lo son hoy los artistas, esto es, ejecutivos -conservadores o progresistas, por igual- puestos al servicio del liberalismo espectacular), en suma, urbanización parceladora orientada a fomentar una acumulación de gente que es, por definición, una negación de la reunión y, en consecuencia, de la relación.



Eugenio Castro

miércoles, 7 de mayo de 2008

NUEVO BANDO DE UN ALCALDE DE MÓSTOLES INSURRECTO

Paseando por las calles de Móstoles, durante la noche del 30 de Abril y mientras retumbaban en el cielo los fuegos artificiales que daban comienzo a las fiestas de Mayo, encontramos al menos una decena de copias de un curioso bando firmado por el alcalde, el señor Esteban Parro, perteneciente al Partido Popular.

Algunos de los puntos de la ciudad donde estos bandos fueron hallados son los que siguen: la puerta de la ermita Nuestra Señora de los Santos, la plaza del Pradillo, frente a una conocida tienda deportiva en la avenida de la Constitución o en el parque Huertas, junto a la Biblioteca Municipal y el Juzgado.


Cartel colgado en la puerta de la ermita de Nuestra Señora de los Santos.

El bando en cuestión parecía otro más de los bandos con los que el señor Esteban Parro suele informar a la ciudad o simplemente dar su opinión (costumbre que forma parte de su particular estilo de gobierno) sobre asuntos de diverso pelaje, como la medición de la radiaciones de las antenas de telefonía o la suerte del equipo de fútbol sala local . Sin embargo, a pesar de que la forma del bando era indistinguible de cualquiera de los otros bandos anteriores, su contenido llenaba de sorpresa. Sorprendente era la convocatoria que allí se lanzaba y sorprendente la evolución de las posiciones políticas del señor Esteban Parro.

El bando al detalle, en el que puede observarse que, efectivamente, se trataba de un bando difundido desde el Ayuntamiento.

Pasamos a transcribir el contenido del mismo:

"Ciudadanos y ciudadanas de Móstoles: A LAS ARMAS.

Es notorio que nuestra pequeña gran ciudad de Móstoles vuelve a encontrarse ante una encrucijada histórica de extrema gravedad y milenario alcance. Si hace 200 años sufríamos la invasión de los franceses que, comandados por Napoleón, pretendían imponer la perfidia masónica a nuestro honroso pueblo, hoy es la invasión del Capital Internacional la que pone en peligro nuestros usos y costumbres y la vida misma a través del sometimiento a las reglas mercado y a las leyes no declaradas del mundo de la mercancía.

Resulta doloroso observar como nuestra juventud pudre sus mejores años entre la rutina de un trabajo cansino y embrutecedor y la falsa evasión dle fin de semana, programado como una válvula de escape para que no revienten. Resulta desesperanzador observar a las madres y los padres de nuestro pueblo reducidos a soledad, compras y amor a cuentagotas en un mar de miedo. Y llena de tristeza observar a nuestros mayores, los cuaels tras años de sacrificio, son tirados a la basura de los asilos como una cáscara de naranja a la cual el Capital ya le chupó toda la vida.

Y si algo hemos aprendido de nuestros valientes mártires Andrés Torrejón y Simón Hernández, que tomaron las armas contra las hordas napoleoónicas aun amparadas por el gobierno legal de Jose I, es que ninguna ley o constitución tiene la última palabra, ya que la última palabra estará siempre en la fuerza que el pueblo pueda ejercer.

Por tanto sería impropio del heroismo y la gallardía que han caracterizado siempre a nuestro pueblo mostoleño evadir la responsabilidad que la guerra de clases exige a cada uno de nosotros y nosotras en este momento en que la vida misma se encuentra en peligro de extinción, casi totalmente anegada por la supervivencia falsificada.

Ante esto, y siguiendo la tradición de una villa levantisca, publico este histórico bando llamando al pueblo de Móstoles a la Huelga Salvaje Generalizada defendida por las armas a partir de las 00:00h del 2 de Mayo del 2008.

COMO HACE 200 AÑOS, LEVANTÉMONOS EN ARMAS CONTRA EL INVASOR PARA LIBERARNOS DEL PESADO YUGO DE LA ESCLAVITUD ASALARIADA.

POR LA VICTORIA DE LA CLASE TRABAJADORA. POR LA DICTADURA ANTIESTATAL DE LOS CONSEJOS OBREROS. POR LA REALIZACIÓN TOTAL DEL SER HUMANO. POR EL COMUNISMO. POR LA ANARQUÍA.

MÓSTOLES ASKATASUNA"

Desde Ñaque desconocemos si este arrebato consejista del señor Esteban Parro estuvo circunscrito a un episodio de lucided transitoria o realmente, según apuntan algunos rumores, la celebración del bicentenario puso a este señor en contacto con ex-presos de Action Directe, configurándose una celula infiltrada de dicha organización armada francesa en el corazón del poder municipal mostoleño. Nos mantendreos espectantes ante los próximos movimientos de este sujeto.

Respecto a la Huelga Salvaje Generalizada, que por supuesto nosotros secundamos con tenacidad hedonística, podemos constatar que el rechazo al trabajo se mantuvo firme y masivo por lo menos hasta las últimas horas de la madrugada del día 5 de Mayo, lunes, donde el temor a la represión hizo flaquear el ánimo de muchos revolucionarios que volvieron al curro. Las malas lenguas del poder dicen que el absentismo laboral no se produjo por la respuesta consciente a esta convocatoria insurreccional, sino porque era puente y la gente tenía permiso para no ir a trabajar. Pero desde Ñaque sabemos que el odio y la nausa con la que miles de personas tuvieron que enfrentarse a la derrota de esta Huelga Salvaje da la razón a nuestros planteamientos y que algún día, cansados de agachar la cabeza, morderse la lengua y perder la vida, los proletarios le daremos al capital una bonita fiesta sorpresa: el tercer asalto a la sociedad de clases.