domingo, 6 de abril de 2008

SOBRE EL SECUESTRO DE NUESTROS AMIGOS Y ALIADOS

Un viejo texto de Huérfanos Salvajes sobre la cuestión de la lucha anticarcelaria:

Sobre el secuestro de nuestros aliados y amigos.

La cárcel es la cuadratura del círculo del chantaje del poder.
En estos momentos, y sólo en España, 50.000 presos se encuentran secuestrados por el Estado en prisiones que financiamos con nuestros propios impuestos. Estamos pagando la amputación concreta de la vida de nuestros aliados (quizá también la de algún amigo o amiga) a la vez que estamos financiando el escaparate que alimenta la represión interna de toda la sociedad y, por tanto, nuestra propia resignación cotidiana.
La posibilidad de la represión sabe ensombrecer los sueños más excitantes. La cárcel es un cuento del coco para dormir a los niños que no quisieron crecer.

En un mundo donde la colonización del capital ya ha cubierto todo el espacio de la vida (y prosigue demencialmente su proceso densificándose) y el monopolio de la violencia está a su servicio, casi todo acto de afirmación real de la vida conduce a la trasgresión de la legalidad. Cada vez más, la felicidad auténtica debe tornarse delincuente.
Por tanto, la cárcel se vuelve un problema de primer orden para cualquier persona minimamente interesada en su satisfacción y, la solidaridad y la alianza con los presos, en una expresión natural de empatía con gente que, estando en el mismo lado del combate, no se encuentran libres por una cuestión de mala suerte.

No vamos aquí a hablar aquí de la mentira de la reinserción, de la hipocresía de la formulación de las leyes y su incumplimiento por quienes las crean, del origen estructural de la violencia, del incalculable beneficio económico y social de las prisiones o del drama humano que supone la cárcel en cada presx. Todo eso ya ha sido dicho muchas veces y mucho mejor de lo que podríamos decirlo. Este panfleto no está escrito para convencer a nadie sobre la naturaleza brutal de las prisiones. Es algo qeu se da por sentado.


Nosotros asumimos y participamos del deseo de destruir toda estructura carcelaria. Pero la expresión actual de este deseo está contaminada por una ideología presista que puede distorsionar nuestros enfoques en un asunto donde cada error resulta de una terrible gravedad. En este juego los fallos se pagan caros.

Como no poseemos solución de ningún tipo ni pretensión de portarla, pero juzgamos el tema carcelario de estratégico, apuntamos algunas ideas para contribuir al debate y la práctica anticarcelaria que se da entre las personas vinculadas al combate contra el orden de la mortificación social.

1) No existe una distinción entre presos políticos y sociales. El delito político es hijo de una concepción de la política como especialidad social separada y dignificada. En una sociedad monstruosa todos los delitos son delitos sociales.

2) Todos los presos son iguales en su condición de secuestrados y en lo apropiado de sus aspiraciones a la libertad pero no pueden serlo en cuanto a la atención de nuestra solidaridad. Es inhumano y alienante pretender que las preferencias y los grados de cercanía personal no existen en una relación personal, aunque sea esta entre un preso y alguien de fuera. La solidaridad con nuestros aliados presos, o se da en un terreno de afinidad común o se da en la miseria-ficción. Si somos burócratas de la solidaridad o LadyDis del mundo anticarcelario, por supuesto que no nos estaremos relacionándonos con amigos, ni siquiera con aliados, sino con atrezzo de la obra de teatro de nuestra ideología. Es natural y sano, por tanto, que la expresión efectiva de tu solidaridad se conduzca hacia aquellas personas con las que compartes pensamientos semejantes y como no, también biografía.

3) Aunque no somos ni mucho menos libres en el cuarto grado, obviar la diferencia entre dentro y fuera es una patraña propia de la miopía que acompaña a la más baja ideologización. Aceptar la diferencia no es hacerle el juego al Estado, es reconocer sus verdaderas fuerzas, algo imprescindible en cualquier combate. Aunque nos duela, y duele mucho, la cárcel al Estado le funciona. Ese es el obstáculo real. Pretender que es indiferente el lado del muro en el que te encuentres es pavonearía revolucionaria inútil.

4) Cuando un amigo cae preso, el objetivo prioritario es sacarlo fuera. No existen formas buenas o malas, solo útiles e inútiles. Desde la evasión a los programas de reducción de condena, cualquier instrumento que avance hacia la liberación ha de ser utilizado. El criterio de valoración de estos instrumentos debe ser la eficacia.

5) Las categorías culpable e inocente y la división que conllevan son una trampa del discurso del poder. Puede que algunos de nuestros amigos hayan sido victimas de montajes policiales y de versiones actualizadas del incendio del Reichstag, pero lo realmente importante es que la mayoría de nuestros amigos o aliados han podido volar por los aires vías de tren o intentado matar a periodistas sin que por ella deba flaquear nuestro amor y nuestro apoyo. El recurso del montaje policial y la inocencia puede ser empleado cínicamente por una cuestión táctica (pues ya sabemos que los entresijos de la ley poseen puntos muertos a nuestro favor: indultos, extradiciones denegadas, asilo político, reducción de condena, presión de la opinión publica…) pero nunca como un elemento de valoración ético en sí mismo.

6) El victimismo debe ser erradicado de todo análisis sobre la cuestión de la cárcel. Ni nosotros somos tontos, ni el Estado tampoco lo es. El Estado no va a dejarse destruir impunemente. Salvo en ciertas excepciones puntuales, la persona que infringe la ley y, en sobretodo aquellos ámbitos de la ley que el propio Estado considera un ataque frontal (legislación antiterrorista) sabe que la apuesta es alta y que se puede perder.

7) Las ideologías antisistema, sean del tipo que sean, en tanto que ideologías y por tanto pensamientos estrechos y separados de la realidad generan todas su comité ideológico carcelario, nido de las miserias ideológicas mas funestas.

8) Miseria ideológica 1: las expectativas de solución revolucionaria no pueden (salvo en periodos claramente revolucionarios) presentarse como una solución al secuestro de nuestros amigos aun siendo revolucionarios. Creer que derribaremos los muros de todas las prisiones y sacaremos a nuestros amigos es un optimismo estúpido y suicida, no porque no sea posible la revolución (que habría mucho que decir) sino porque la revolución no es de ese tipo de cosas que uno con unos cuantos pueda decidir hacer (y mientras empujamos la revolución entre la incomprensión general, los años perdidos de nuestros amigos pasan).

9) Miseria ideológica 2: Cualquier pretensión de utilizar el encarcelamiento de nuestros amigos o aliados como símbolo de martirio e intensificador del conflicto social (espiral de acción-reacción), cualquier intento de uso de los amigos o aliados encarcelados como complejo vitamínico de la conciencia revolucionaria ha de ser denunciado y combatido sin piedad. El sufrimiento de nuestros amigos no puede ser explotado de ninguna forma beneficiosa.

10) Miseria ideológica 3: en muchos grupos organizados en lucha contra este orden de las cosas las relaciones personales se establecen casi exclusivamente en parámetros ideológicos y a través de conductas espectaculares en su versión militante . Esta pobreza vital se refleja posteriormente en la solidaridad con sus compañeros presos. Basta ya de reducir el contacto con los presos a una retahíla de tópicos políticos. Basta ya de presión militante sobre el amigo o el aliado preso para mantenerlo en el puritanismo ideológico. Si no hemos aprendido que la vida es mucho más grande que nuestra lucha no nos servirá de nada esta lucha.

11) La cantidad y sobretodo la calidad de la solidaridad con un preso es proporcional al grado de afinidad e intimidad compartida. Sería preciso distinguir entre una solidaridad técnica (dinero, información, presión publica) que puede darse como fenómeno de masas (los presos que denominamos aliados, pues compartimos una afinidad con ellos a pesar de no compartir ninguna vinculación personal) y una solidaridad personal que solo puede darse entre amigos cercanos. Que algunos presos carezcan de una cobertura de calor no ideológica es una muestra del alto grado de pauperismo emocional de los ambientes antagonistas.

12) Con lo dicho, aceptamos y llamamos a la extensión de todas las formas de lucha contra la sociedad carcelaria y todas las formas de solidaridad con los caídos en el proceso, siempre que estas formas sean coherentes con los criterios de reconocimiento de cada grupo autónomo y no sean consecuencia de una distorsión ideológica irreal. Desde la lucha armada contra el capital hasta el pesimismo revolucionario que enfoca su solución forma individual; desde planificar una fuga al pago colectivo de los procesos judiciales; desde el cariño a un amigo preso hasta la violencia física contra los implicados en su procesamiento… No realizaremos juicios morales de ningún tipo a las formas de lucha anticarcelaria. Cualquier camino es bueno para saber libres a nuestros aliados y tocar a nuestros amigos de nuevo.

Huérfanos Salvajes.


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