viernes, 31 de octubre de 2008

LA NOCHE DE SAN JUAN PA TI PA MI

Todo arde. Nosotros también ardemos. Ellos arden. Nos convoca San Juan, el dios de los regalos. Apuntes cuyo recuerdo nos envenena; facturas y plazos que no pensamos pagar; poemas que no nos necesitan (que no quieren necesitarnos)… todo fue a la quema. Y bailamos sin saber cómo, saltando para saber. Todo un descaro. La calle, la calle y un rincón para nosotros, ese es el precio. Fuimos-seremos la misma tromba de agua que amenazó el mundo durante la noche. Descalzos o desnudos, nada al mismo tiempo, correteando por la ciudad con el corazón en la boca. Gritos eléctricos (cerca, muy cerca).
Si el mito pretende separar lo que no puede, este es el momento. Aquí, también ahora, el momento de dar cuentas de algo no tan difícil. Podemos vivir. Ligeros. Rotundos. Felices al colibrí que suponemos tan feliz con esa forma. Así se anuncia el verano. Mañana no iré a trabajar. Yo tampoco. Tú no irás. Es el resfriado de San Juan, un salto como un monte. Ha llovido y nos duelen los huesos de cantar pero aún quema.
(Ha terminado el verano tal como empezó. Los días van a dejar de ser largos para sernos suyos. Sabíamos que pasaría. No esperaremos a otro San Juan.)

No hay comentarios: