viernes, 27 de junio de 2008

LOS POEMAS DEBEN VIVIRSE

De nuevo, otra bonita operación de descolonización de la vida cotidiana que nos llega a través del fanzine naranja de Huérfanos Salvajes:


La noche del 26 de Noviembre del 2004 nació en el Parque Prado Ovejero (Avd. Alcalde de Móstoles s/n, Móstoles) un poema-jardín colectivo. La idea conductora de este poema-jardín es desviar ilegalmente un espacio urbano para uso y comunicación de la gente, utilizando el parque Prado Ovejero como lugar de expresión y exposición de poemas en su sentido amplio (desde poesías a mensajes de cualquier tipo o dibujos) por todxs y para todxs, a al vez que contribuir a construir nuevos ritos y prácticas frescas en las vidas de los participantes.
Desde aquel día, intermitentemente, poemas diversos han ido apareciendo en el parque y desapareciendo por la fuerza represiva ejercida por los servicios de limpieza municipales.
En Mayo del 2005, una carta fue enviada desde H.S a todos los departamentos de lengua de los institutos de la ciudad de Móstoles anunciando la existencia del poema-jardín e invitando a la intervención general en este juego.
El poema-jardín continúa en marcha a disposición de todxs.







Anexo (carta a los departamentos de lengua y literatura de los institutos de Móstoles):


LOS POEMAS DEBEN VIVIRSE.
A todos los profesores de todos los departamentos de Lengua y Literatura de Móstoles.

Un instituto es una prisión. Para todos. Para los chavales, para vosotros, para la vida que se oxida entre las aulas, en cuarentena, arrancada y separada de todo contacto con el tejido pasional del presente, atrofiada por el peso imperativo de la sociedad mortificada.
Horizonte de sirenas puntual, cada día a las ocho y media se repite el azote sonoro, los corazones se doblegan al unísono y comienza la mentira.
Los alumnos espían el reloj con impaciencia, en una cuenta atrás ansiosa por salir corriendo a reconquistarse al aire libre, los profesores martilleáis un temario que ya no os estimula ante un auditorio aburrido y hostil, degenerando vuestra misión de la pedagogía a la policía.
Sabemos que muchos tuvisteis buena fe, creísteis en el valor de la educación y en un ideal humanístico, intentasteis comprender a los alumnos, incentivarles la curiosidad y la crítica, hacer de las clases un espacio para la fiesta del pensar, pero vuestros esfuerzos nunca consiguieron alzar el vuelo. Al final, tras la irrupción de la decepción, por desgracia, quien más quien menos tiene algo de mercenario en el sistema de enseñanza. Y es que ninguna intención noble puede florecer en un erial construido para secar, agotar y destruir personas. Ninguna vocación magisterial sana puede moverse en la estructura académica sin degradarse el profesor en sacerdote.
Los ambientes carcelarios sólo pueden generar respuestas carcelarias. El instituto es un mecanismo de reproducción de la sociedad mortificada por el poder separado, la falsificación mercantil y el genocidio del trabajo. Jerarquía, autoridad, redes clientelares, masificación, competitividad y estratificación, cuantificación, horarios disciplinados y compartimentación del tiempo, división esquizofrénica entre el placer y el trabajo, regulación de costumbres, ideologización y moralización, fomento de los papeles de actor y espectador, valorización de lo utilitario y lo económico… el instituto es el filtro que nos adapta para funcionar dentro del mecanismo del capital y la sociedad mortificada fabricando individuos mediocres, condescendientes, repletos de datos y opiniones pero carentes de ideas-fuerza, consumistas, estériles y orientados por el principio de escasez que se proyecta en el carácter como un patológico miedo a la libertad.
El sistema de enseñanza nunca pretendió potenciarnos o realizarnos, su objetivo fue siempre acostumbrarnos a la renuncia, hacer el hábito de la resignación natural, limarnos para no hacer chirriar el engranaje de las fábricas y las oficinas que nos esperaban en el futuro. Nunca pretendió que ejercierais de maestros en la acepción más bonita de la palabra, sólo os quiere como muros de contención.
Ante este panorama, la respuesta intuitiva es el rechazo. Absentismo escolar, desgana, insultos, violencia, subterfugios… pero también vosotros acudís a las clases con repugnancia y odio.
La desilusión y el recelo han implantado su statu quo. Nadie tiene la culpa, todos compartimos la misma mierda.
Debe de ser triste para vosotros volver a casa y saber que otro curso más no habéis sido capaces de hacer llegar a Lorca o Whitman a los chavales y las chavalas, que habéis fracasado en el intento de animarlos a descubrir los testimonios más hermosos del problema humano, testimonios que podrían ayudarles a sobrevivir y definirse dentro de sus propios agujeros negros.

Pero la conexión profesor-alumno está condenada al fracaso en sus propios planteamientos. Enseñar literatura es una aberración. La literatura es una experiencia límite que debe vivirse, no puede asimilarse pasivamente. Los clásicos vendrán por sí solos cuando el pecho arda de curiosidad y deseo de expresión. Una clase de lengua y literatura, aunque logréis hacerla abierta e interactiva, no puede aspirar a ser más que un espejismo o un oasis. La vida no está en las aulas, son incompatibles, la vida está en la calle, palpitando y subvirtiendo el orden en un movimiento amorfo y espontáneo.
Huérfanos Salvajes es sólo una pequeñísima parte de este caos cuya única particularidad es su autoconciencia. Nuestro proyecto es inyectar la magia en la vida cotidiana, la insurrección vitalista constante, la apertura de la percepción, la recuperación de la capacidad de encuentro, la construcción de situaciones de placer dentro de nuestras propias coordenadas y subjetividades. Cualquiera puede ser parte de Huérfanos Salvajes, no hay edad, no hay distinción, no hay afiliación, Huérfanos Salvajes es la actitud consciente de ruptura y trasgresión con un entorno deshumanizador, es una tensión hacia lo cualitativo y lo maravilloso, es una leyenda compartida que hoy os invita a participar en ella.
Tenemos un plan, una excusa para entrenar la esperanza y la libertad (que son actividades psicocinéticas y no categorías abstractas), un proyecto para recuperar el derecho a soñar y reír, un humus lírico del que pueden germinar nuevos mitos constructores de nuestra identidad personal:
Se trata de un poema público y colectivo, un poema jardín, consistente en utilizar El Parque Prado Ovejero (avenida Alcalde de Móstoles) como espacio sagrado sobre el que inaugurar un nuevo rito: la peregrinación a este parque para colocar poemas en sus árboles, farolas y mobiliarios (poemas, es decir, mensajes intensos, sean propios o ajenos, con palabras, dibujos, fotografías o cualquier otro medio). Un parque repleto de un enjambre de poemas en constante renovación, en el que los individuos puedan lanzar sus botellas al mar o indagar entre las botellas lanzadas por otros, en el que se abra un espacio de posibilidades y comunicación imprevisible, en el que un elemento del urbanismo carcelario sea desviado ilegalmente para su uso real a favor de la vida.
Acercaos hasta allí, comprobad, tocad, leed, colocad vuestros poemas, animad a los alumnos sensibles con la poesía y la literatura a vivir literatura en interacción real, transmitidles esta información. Cada día, los servicios de limpieza del ayuntamiento trabajarán para salvaguardar la tristeza aséptica del parque, pero esto no debe convertirse en motivo de desilusión. Frente a cualquier tentación de permanencia abracemos la fugacidad como una de las reglas naturales de un juego en constante devenir. Un poema-jardín es un juego ciertamente, pero no es el único; quizás no despierte vuestra ilusión, no importa siempre que aún seáis capaces inventar y recrearos en otros juegos y otras situaciones de intensificación de la vida. La primavera brota a través de miles de formas por miles de sitios. Dejad que crezca la hierba sin jardineros moralistas, atreveos a abrir la válvula, convertíos vosotros mismos en deseo ascendente.
Por un lado tenéis la rutina de las clases hostiles, la desgana, la insatisfacción, la utopía ilustrada ya carente de sentido y sobretodo la contradicción terrible de aspirar a la pedagogía y trabajar en la práctica como carceleros de mentes al servicio del poder y el capital.
Por otro lado existe un horizonte aún por delimitar donde hacer trampas y encender la magia entre las fisuras de un orden anémico que compartimos y nos está destruyendo. Y un poema-jardín puede ser un buen comienzo.
Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos. Aún hay tiempo. Dejaos seducir.

Huérfanos Salvajes.




Hasta donde hemos podido comproboar, el poema-jardín del parque Prado Ovejero en Móstoles se encuentra inactivo. No sería mala idea reconquistarlo (como el resto de nuestras vidas, por otra parte).

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